Vivimos en un mundo totalmente conectado física y virtualmente, con sus ventajas y desventajas asociadas. Parece claro que esta súper conexión física ha ayudado muchísimo a la propagación de esta terrible pandemia.
Datos, investigación y sociedad: Barcelona Supercomputing Center
En el Barcelona Supercomputing Center, muchas veces, en colaboración con otros centros de investigación, hemos reorientado algunas de nuestras investigaciones durante los últimos meses para poner nuestro granito de arena en intentar paliar el efecto destructivo de este virus. Ejemplos claros son la colaboración con centros como el IrsiCaixa, y el CreSa-IRTA, para la búsqueda de una vacuna y de tratamientos eficaces. Nuestros investigadores en el departamento de Ciencias de la Vida y las capacidades enormes del supercomputador MareNostrum para tratar rápidamente cantidades enormes de información son piezas indispensables para, en este caso, acelerar el cribado de grandes cantidades de información y así reducir el tiempo necesitado por los investigadores de los grupos bio para que encuentren tratamientos y vacunas lo antes posible. Otros ejemplos han sido el análisis de radiografías de enfermos usando técnicas de Inteligencia Artificial, para dar información adicional a los doctores sobre los enfermos acerca del futuro a corto término de la enfermedad para ayudarles en sus tomas de decisiones. También hemos usado información que indica la movilidad de la gente y, por lo tanto, la probabilidad de posibles contactos, para ayudar a desconfinar poblaciones enteras, o información tomada de los tweets para intuir como la pandemia afecta a los sentimientos de las personas.
Para realizar toda esta investigación (y otras muchas) se necesitan grandes cantidades de datos asociados a las personas. Por ejemplo, es fundamental tener descifrado el ADN del virus para ver posibles mutaciones y poder ayudar en la búsqueda de una vacuna. O es necesario tener todos los informes médicos sobre enfermos y sus radiografías asociadas para analizarlos mediante técnicas de Inteligencia Artificial, y poder ayudar a los doctores en sus diagnósticos de los enfermos futuros. El investigador siempre ha necesitado datos para poder predecir el futuro, para dar mejor servicio a la sociedad. Por ejemplo, el uso de grandes bases de datos proporcionados por satélites o sensores es fundamental para estudiar el cambio climático. La información del ADN de personas sanas y enfermas, las radiografías, los informes médicos y la enorme cantidad de literatura técnica son fundamentales para sus investigaciones. Y llevan muchos años utilizando esos datos. Por ejemplo, el Marenostrum alberga la base de datos europea de genomas y fenomas denominada EGA (European Genome Archive) que tiene un tamaño superior a 5 Petabytes. Y siempre guardando una privacidad extrema dictada por reglas estrictas provenientes de la Ética Europea. Desde hace tiempo Europa regula la protección de datos bajo normas muy claras
Una de las investigaciones en el BSC para minimizar la expansión de la pandemia ha sido la colaboración, dando asesoría a la SEDIA del gobierno español, en el desarrollo de una aplicación para el móvil que permite conocer si una persona estuvo, en el pasado próximo, a corta distancia de personas a las que luego se les detectó tener el virus. Debidamente utilizada, esta tecnología puede ser muy útil para controlar nuevos brotes de la pandemia y nos puede ayudar a recobrar la vida “normal” para poder estar cerca de gente desconocida en un metro, en un bar, etc. Estamos trabajando mucho en resolver el tema de interoperabilidad, que consideramos un tema clave, y, en este aspecto, estamos intentando tomar liderazgo a nivel europeo. Y lo hemos hecho pensando en que España es un país donde recibimos a muchos turistas que vendrán con diferentes aplicaciones en sus móviles. Queremos que la tecnología les ayude a seguir viniendo a nuestro querido país; entre otras cosas porque nuestra economía depende en gran medida del turismo.
En este tema se ha abierto un debate público y lógico relacionado con la privacidad de los datos. Hemos de decir que los científicos somos los primeros interesados en mantener al máximo nivel la privacidad de los datos en cualquiera de las investigaciones que realizamos; nos interesan los datos y no a quien pertenecen. Nos interesa resolver los problemas sin crear problemas éticos. Somos los primeros defensores de la privacidad de las personas y algunos llevamos muchos años en una posición muy clara respecto a este tema. En el tema de las aplicaciones para los móviles hemos de decir que hay soluciones técnicas basadas en el total anonimato de las personas. Y estas son las que propone el BSC. Como ciudadanos primero e investigadores después tenemos en cuenta que la privacidad de las personas está por encima de nuestras investigaciones.
Sin embargo, no entendemos que este debate sobre qué datos generamos y qué uso de hace de ellos no haya sido un tema fundamental durante los últimos años. Hemos consentido que empresas multinacionales conocidas, como Google, Apple, Amazon, Facebook y Microsoft, tengan acceso gratis a nuestros datos y puedan negociar con ellos. Nos tienen esclavos en este “mundo virtual feliz”. Aceptamos que sepan de nosotros más que nosotros mismos. Aceptamos que nos hayan hecho esclavos sin que haya habido ninguna guerra. Vivimos hipnotizados en ese “mundo virtual feliz” que nos han creado. Y, además, permitimos que algunas de ellas no paguen los impuestos que les corresponderían. Increíble, pero cierto. Diré que me gustó mucho el reciente vídeo sobre la conversación entre el Comisario de la Unión Europea Thierry Breton y el presidente de Facebook, en la que el comisario le decía… “por lo menos pague los impuestos”.
Y esta esclavitud y ética asociada tienen una relación muy clara con la «soberanía tecnológica”. La tecnología avanzada se está utilizando para ganar guerras sin que haya batallas, para crear “esclavos felices” que trabajamos para estas multinacionales sin tener que recibir ni sueldo ni comida. Para crear corporaciones cada día más grandes que están por encima de los poderes democráticamente establecidos. Estamos ante el mayor cambio para mal de la humanidad, y estamos anestesiados por la información que, entre otros, los móviles nos ponen al alcance.
Necesitamos soberanía tecnológica europea en aquellos sectores claves, como las TIC, entre otros, tal como recientemente promulga nuestra presidenta Ursula Von der Leyen, y tal como venimos algunos predicando en el desierto hace más de 20 años. Nos gusta mucho la iniciativa franco-alemana denominada Gaia, con la idea de hacer frente a las GAFAM, y reducir su gran influencia dominadora en Internet. Y desde hace años, estamos desde el BSC promoviendo el diseño de procesadores europeos para ser usados desde el IoT (Internet de las cosas), hasta los teléfonos móviles, coches autónomos del futuro y supercomputadores. Es el camino a seguir que nos hará soberanos y más competitivos a nivel europeo, y que nos permitirá implementar nuestras ideas éticas en aquellas tecnologías que hoy nos dominan y sobre las que no tenemos ningún control.
Mateo Valero
Es director del Barcelona Supercomputing Center y catedrático de Arquitectura de Computadores en la UPC.